El debate por el manual diagnóstico en psiquiatría
Salud mental.
En mayo se publicó el manual de clasificación y diagnóstico de los trastornos,
llamado DSM-5. A poco de que se presente la versión en español, su análisis
continúa.
Tras una década de revisión. El manual
diagnóstico y estadístico de trastornos mentales ya está disponible en su
versión original. El año que viene se publica en español.
En el ámbito de la psiquiatría, la psicología y las neurociencias, se
utiliza como herramienta un manual di agnóstico y estadístico de los trastornos
mentales elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM por su sigla
en inglés), cuya quinta edición se publicó en mayo, pero que tendrá una versión
en español sobre la que se está trabajando y que llegará a la región en 2014.
La ambición de la Asociación Americana de Psiquiatría con este manual es
unificar el lenguaje con el que se comunican los psiquiatras en todo el mundo,
pero es precisamente esa pretensión de universalidad lo que cuestionan algunos
profesionales del sector fuera y dentro de Estados Unidos, porque
–alegan– uno de los
riesgos es que no se contemplen matices relacionados con factores culturales. A
eso se suma que las revisiones son procesos largos, por lo que la falta de
dinamismo (la anterior versión se remonta a hace 20 años y la modificación
demandó una década) es otra de las críticas. Sin embargo, la representatividad
no es menor, ya que en las denominadas “fuerzas de trabajo” que participaron en
la revisión hubo especialistas de distintas partes del mundo y la comunidad
involucrada con APA supera los 30.000 profesionales.
Entre las novedades que introdujo el DSM-5 es la modificación de la
descripción de las formas de esquizofrenia, el diagnóstico de alzheimer y
nuevos métodos para abordar trastornos de personalidad. Asimismo, establece una
separación de los trastornos del espectro obsesivo-compulsivos (TOC) y los de
estrés postraumático del capítulo de los trastornos de ansiedad, lo que
permite, entre otras cosas, aseveran, que ahora los TOC y el estrés
postraumático sean evaluados, diagnosticados y tratados, de manera diferente.
Invitado por la institución de Asistencia, docencia e investigación en
neurociencias (Adineu), el próximo martes estará en el país y disertará en
Buenos Aires Javier Escobar, decano Asociado para Global Health y profesor de
Psiquiatría y Medicina Familiar del Robert Wood Johnson Medical School de la RutgersUniversity,
psiquiatra de habla hispana que participó en el trabajo de la APA para esta
nueva versión del DSM 5.
“¡Necesitamos más discusión!”, respondió sencillamente Escobar ante la
observación de que los DSM son discutidos por una parte de la comunidad
científica. Consultado por La Voz del Interior , el especialista aclaró que “de
acuerdo con el DSM-5, los criterios (para diagnosticar) son iguales, pero se
necesita considerar el influjo de elementos de género, culturales y sociales en
el diagnóstico del trastorno ”.
Influencias culturales
Por su parte, Miguel Márquez, médico psiquiatra y presidente de Adineu,
apuntó que hay algunas influencias culturales, que son atendidas en los DSM,
pero que –dijo–, en esencia, la esquizofrenia, el trastorno obsesivo
compulsivo, la depresión, el trastorno por estrés postraumático y la
bipolaridad, “así como la enorme mayoría de los trastornos mentales, tienen el
mismo perfil sintomático en todo el mundo y en todos los tiempos, si nos
remitimos a la historia psiquiátrica desde que la conocemos”.
Más allá de las controversias, la validez y utilidad de los manuales de
diagnóstico se evalúan cuando son utilizados para lograr la cobertura de
tratamientos o se le asigna carácter documental. “Sí. Comúnmente se utilizan estos
diagnósticos para declarar incapacidades, aunque se espera en muchas ocasiones
que el trastorno mejore y se termine la incapacidad”, apuntó al respecto
Escobar.
En tanto, el director de Adineu advirtió que “explícitamente, los sistemas
clasificatorios dejan constancias, en sus capítulos introductorios, de las
limitaciones y dificultades que supone el uso de estos criterios en el ámbito
forense o judicial y en cualquier otro que no sea el clínico”.
Márquez opinó que, en general, quienes rechazan los DSM integran dos
grupos: quienes se oponen a que el diagnóstico de los trastornos mentales
tengan alguna utilidad y piensan que sólo “rotulan” y “estigmatizan” a los
pacientes, y quienes aceptan que el diagnóstico es imprescindible para poder
tratarlos racionalmente. “Estos últimos quisieran diagnósticos basados en un
conocimiento de las causas que generan las enfermedades o en la teoría que cada
uno tiene acerca de la psicopatología. La necesidad del diagnóstico no puede
discutirse en el siglo 21, así que el primer grupo no realiza aportes que hoy
puedan considerarse”, afirmó, taxativo. Y matizó: “En cambio, se puede
coincidir o no con las críticas del segundo grupo, aunque lamentablemente no
hay demasiados conocimientos acerca de las reales causas de muchas de las
enfermedades mentales. Lo que hacen los DSM (así como las clasificaciones de
las enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, la CIE10) es evitar la
babel que teníamos antes del DSM 3, cuando cada psiquiatra llamaba a las
enfermedades de acuerdo con la escuela a la que pertenecía y la ciencia
psiquiátrica estaba prácticamente incomunicada”.
La difusión de diagnósticos también tiene como riesgo su banalización:
desde interpretaciones hasta chistes basados en síntomas muy característicos de
trastornos o síndromes. Ejemplo de ello es el trastorno obsesivo compulsivo
(llamado por su sigla sencillamente “TOC”), el alzheimer, la esquizofrenia o
las fobias. “Trastorno obsesivo-compulsivo es generalmente severo e
incapacitante y requiere síntomas específicos. A veces, se trivializa para
etiquetar ciertos comportamientos. Lo mismo ha pasado con muchas otras
etiquetas diagnosticas (esquizofrenia, manía, etc.)”, admitió Escobar. “El
trastorno obsesivo compulsivo tiene sintomatología dimensional, es decir, hay
personas con ciertas manifestaciones de orden o hábitos que, en grados
diferentes y con intensidad distinta, también tienen los pacientes obsesivos.
Las clasificaciones delimitan claramente los requisitos que deben tener los
síntomas para que el paciente pueda recibir un diagnóstico y requerir un
tratamiento”, añadió por su parte Márquez.
El nuevo manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales
(DSM-5) tiene un sitio de Internet (www.dsm5.org) pensado como un recurso para que la
comunidad científica y, en general, todos los interesados (desde médicos hasta
compañías de seguros) puedan acceder y consultar sobre los contenidos. Una
muestra de que su uso tiene impacto social.
Edición Impresa
El texto original de este artículo fue publicado el 24/10/2013 en nuestra
edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel
Escobar. Integró la fuerza de tareas para el DSM-5.
Márquez. Director de Adineu.
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